Por primera vez en muchos años, el grupo ecologista se abstuvo en la votación del último informe realizado por la comisión de estudio de la influencia de los movimientos de carácter sectario en terrenos relacionados con la salud. En el momento de las conclusiones, la parlamentaria ecologista Hélène Lipietz dijo: «tras seis meses de comisión, setenta y dos audiciones, un viaje y una visita a la Feria del Bien-Estar algo aburrida, continúo insatisfecha. Todavía no tengo claro qué es una secta o una deriva sectaria o las diferencias con la estafa o el abuso de debilidad».

En los últimos treinta años, el bloque ecologista no rompió la unidad con otros grupos parlamentarios en materia de política relacionada con las sectas. En esta ocasión, la parlamentaria argumentó que «el problema no es tanto saber que ciertas sectas utilizan el terreno de la salud para desconectar a sus adeptos de la sociedad o la familia -aparte de explotarles económicamente-, sino más bien cómo hacer para que tal dominio -que ejerce aquél que sabe sobre otro que no sabe- no derive finalmente en prácticas contrarias a la libertad y dignidad humanas».

Para ampliar el debate de la cuestión, la parlamentaria añadió otras reflexiones de fondo. Por ejemplo, «¿un médico alopático no deriva cuando no comunica a sus pacientes el motivo de ciertas exploraciones o tratamientos? ¿No es deriva cuando impone su conocimiento a un paciente en estado de debilidad? ¿No es deriva cuando no dejan tiempo suficiente para escuchar, sea por una deficiente formación o por falta de tiempo por el mismo sistema de salud?». La parlamentaria añadió en este sentido que tales derivas pueden darse en todos los campos profesionales, desde los abogados hasta los entrenadores.

La parlamentaria dijo además que «si un 60% de pacientes diagnosticados de cáncer llegarán a utilizar las terapias alternativas, ¿todos ellos estarán entonces en una secta? ¿Todos ellos serán víctimas de una estafa?». Y concluía que «si bien es importante conocer que existen charlatanes que buscan abusar de la debilidad, también lo es llegar a saber cómo es que algunas personas o familias pueden dejar que abusen de ellas».

Ahondando en los trabajos realizados en estos meses con la comisión, se refirió al «etiquetaje» de ciertas prácticas, pero al mismo tiempo lanzó la pregunta de si acaso existirán terapias alternativas que pudieran ser válidas; y en ese caso, el problema sería cómo poder informar a los ciudadanos al igual que puede hacerse con los medicamentos, para ayudar a diferenciar aquello que es válido de aquello otro que pudiera ser nocivo.

Por todo ésto, el grupo parlamentario pidió a la comisión:

– Una definición legal de las prácticas sectarias al estilo de la legislación belga.

– Una reforma del modelo formativo de los cuidadores, que les capacite para poder escuchar a los pacientes y sus familias, especialmente en los momentos últimos de la vida.

– Una evaluación sobre el terreno, en el ámbito hospitalario, al igual que se hace con otras prácticas, de todos aquellos procedimientos que fueren terapéuticos o persigan un mayor bienestar.

– Que una vez tal o cual práctica fuera validada, tuviera las mismas obligaciones que cualquieras otras (declaración fiscal y control público).

– Que cuando las personas fueran condenadas por fraude, abuso de la debilidad o estafa, se les pudiera retirar el título que les confiere respetabilidad.

– Que la justicia pudiera intervenir sobre aquellos casos en donde se pusiera en riesgo la salud física o moral de las personas, al igual que se hace con los alimentos, en cualquier medio de comunicación, y en especial Internet.